¿Qué queda al final?
Si no desprecio y temor
es lo que resuena en los laberintos de mi existencia
¿Qué podré sentir
si no este dolor profundo que me acompaña
como sombra fiel en cada paso que doy?
¿Es esto lo que merezco? ¿un abismo sin retorno?
Donde el demonio que habita en mi
grita, se ahoga, se deshace en las aguas turbias de la pena y la incertidumbre
No existe nada que pueda sedar esta herida abierta
Solo rencor y tristeza
miseria y sufrimiento
Envuelto en la llama de mis delirios
quise burlar la realidad…
pero no conté con que la realidad se burlaría primero de mí
Es enfermedad lo que tengo
es maldición lo que cargo
¿Quién se atreverá a desafiar los caminos del destino?
¿A quién recurriré
cuando el peso de mi duelo se haga insoportable?
¿A quién clamaré
cuando incluso mis plegarias no terminen de sangrar
y mis palabras no encuentran cavidad en los cielos?
Me quiebro en rezos inútiles
Y mi espíritu lacerado se sigue debilitando en clamores no escuchados
¿Quién será capaz de mirarme a los ojos
en medio del caos?
¿Quién osará juzgar mis pasos
sin haber habitado mis pesadillas?
Porque si cruzaran el umbral de mis sueños,
también temerían
Es el demonio en mi pecho
el que ruge por liberarse
el que quiere tomar el control
¿Quién sería capaz de detenerme?
¿Tendré yo el valor de enfrentar al mundo?
¿De reclamar almas
para cobrar mi venganza?
Mientras todos viven
yo muero lentamente
Déjame ser yo
el que se burle de los caminos de Dios
y decrete venganza sobre los que te despojaron
Déjame ser yo
el castigo
la espada sin redención
Y lo verás
Te lo haré sentir
Te lo haré llegar
Y todos los que rieron
llorarán sin alivio ni redención
pues las tinieblas harán morada en sus días
y como espectros errantes, buscarán la luz...
pero solo encontrarán el ardor eterno
la llama insaciable que no perdona
el fuego del abismo
que consume sin compasión
No solo quedaran en palabras, porque hoy lo decreto.
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